España está incrementando sus emisiones totales de estos gases de efecto invernadero a pesar de que Europa y los organismos internacionales trabajan desde hace décadas en reducirla
España tiene un problema con las emisiones de metano y amoníaco. Son dos de las emisiones de gases de efecto invernadero que a nivel internacional se trabaja para reducir desde hace décadas. Pero España en vez de reducirlas, las está aumentando.
En 2020, el año de la pandemia por COVID-19, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se redujeron en España, respecto al año anterior, debido a las restricciones de movilidad, la caída de la actividad industrial y por consiguiente un menor consumo energético. El único sector que experimentó un incremento de sus emisiones fue la agricultura y ganadería debido a la gestión de los suelos agrícolas, las emisiones derivadas de la aplicación de urea como fertilizante, la gestión de estiércol por parte de la ganadería y en menor medida, a la fermentación entérica, según el Inventario Nacional de Contaminantes Atmosféricos.
Desde 2013, España está aumentando sus emisiones de amoníaco debido al incremento en el número de animales en explotaciones ganaderas y al uso de fertilizantes orgánicos (estiércol) e inorgánicos. También ha aumentado las emisiones de metano, donde entre sus fuentes contaminantes se encuentran los vertederos y la ganadería.
Aunque en España no exista a nivel legal el término "macrogranja", en la práctica, todas las granjas de más de 2.000 cerdos de cebo de más de 30 kilos o de más de 750 cerdas reproductoras tienen la obligación de estar dados de alta en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) y de disponer de una Autorización Ambiental Integrada (AAI) positiva. En 2021, había en España 2.441 granjas de cebo porcino con más de 2.000 cabezas y 861 granjas de cerdas reproductoras con más de 750 plazas.
El 8,16% de las emisiones de amoníaco emitidas en España en 2020 proviene de las macrogranjas de porcino, según el análisis realizado por DATADISTA de los datos del Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) y del Inventario Nacional de Contaminantes Atmosféricos. Son 39.477 toneladas de amoníaco emitidas por estas explotaciones industriales, lo que supone un aumento del 3,4% respecto al año anterior.
Respecto al metano, las macrogranjas de porcino emitieron en 2020 99.000 toneladas, lo que supone un aumento del 8% respecto al año anterior.
La más contaminante de los últimos es la explotación porcina Finca Dehesa del Rey en el municipio de Castilléjar (Granada). Un complejo industrial compuesto por 10 núcleos de explotaciones porcinas en un área de varios kilómetros cuadrados.
Europa manda, España incumple
En 2016, una Directiva Europea modificó los compromisos de reducción de las emisiones atmosféricas después de que varios Estados miembros, entre ellos España, pidieran que se revisaran los techos establecidos con anterioridad. Este compromiso se une a la estrategia de la Unión Europea de 2020 para la reducción también del metano, otro de los gases de efecto invernadero que deterioran la calidad del aire.
En el caso del amoníaco, España incumplió todos los años el límite legal marcado en 353.000 toneladas entre 2010 y 2019. La nueva directiva ha marcado que en el periodo 2020-2029 las emisiones tienen que ser un 3% inferiores a las de 2005 y un 16% inferiores para el año 2030. Pero España sigue sin cumplirlo. Para 2020 se ha calculado que España emitió 483.360 toneladas de amoníaco, esto supone un 0,7% más que las emitidas en 2005. El 42,8% de las emisiones de amoníaco en 2020 son debidas a la gestión del estiércol y el 53,6% a los suelos agrícolas.
El amoníaco, que se encuentra presente en los purines que generan los animales de una macrogranja de porcino, se oxida al aplicarse al terreno como fertilizante y se transforma en nitrato. El pasado 3 de diciembre, la Comisión Europea anunció que llevará a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión por incumplir de forma sistemática la Directiva de nitratos agrícolas y no tomar medidas para evitar la contaminación de las aguas. El 22% de las masas de aguas superficiales y el 23% de las subterráneas están contaminadas por nitratos. Es decir, superan los 50 mg/litro, que es el nivel máximo permitido por la OMS.
El pasado 24 de noviembre, el Ministerio de Transición Ecológica y el Ministerio de Sanidad presentaron el Plan Nacional de Salud y Medioambiente (PDF) en el que se recoge una serie de medidas para la reducción de las emisiones más contaminantes para mejorar la salud de las personas.
DATADISTA preguntó a la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, por los planes que tiene España para trabajar en la reducción del metano. Según Ribera "hemos observado cómo se ha producido una sensibilidad y una reacción creciente por el metano procedente de gases de antorcha, refinería y química, actividades ganaderas y agrícolas y de residuos. Queremos abordar un plan ambicioso para suelos contaminados y residuos pero aún estamos lejos de los objetivos de cumplimiento".
El problema de la calidad de los datos
El Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) establece tres métodos de medición: calculado, estimado y medido. En el caso de las macrogranjas de porcino, la gran mayoría de ellas utilizan una calculadora en Excel realizada por el Ministerio de Agricultura. Esta calculadora establece la contaminación emitida en función del número de plazas disponibles y de la gestión de los purines.
El principal problema de la gestión del PRTR es que hasta ahora no se ha realizado una comprobación sistemática de los datos enviados por los complejos industriales. Solamente han saltado las alarmas cuando los datos son tan altos o bajos que rompen las series respecto a la información suministrada en sus autorizaciones ambientales. Es una información que hasta ahora era secundaria pero se quiere incluir en el Plan Estadístico Nacional para dotarlo de un mayor reconocimiento como operación estadística e inventario medioambiental, lo que conlleva, entre otras mejoras, cumplir con un código de buenas prácticas y sistematizar los plazos de recogida, validación y depuración de la información.
Por este motivo, para el año 2022, el PRTR ha mejorado los controles en la entrada de datos para que no se puedan incluir, por ejemplo, cifras negativas o muy por encima de los valores límite estimados, algo que ha ocurrido en años anteriores. Además, a partir de este mes de enero de 2022, la ganadería porcina tiene que comunicar también sus datos al sistema ECOGAN, una aplicación informática que permitirá conocer las emisiones contaminantes de las explotaciones ganaderas teniendo en cuenta las técnicas y procedimientos empleados en casa fase de la producción. Parte de estos datos se compartirán también con el PRTR. El resto de explotaciones ganaderas también formará parte del sistema ECOGAN cuando se apruebe un nuevo Real Decreto que se encuentra actualmente en fase de tramitación.
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