Extiende el mantel porque te traemos un menú navideño de carnes, pescados y mariscos sobre lecho de datos con comparativas en su jugo y trampantojo de efectos poblacionales desmentidos por la realidad. El plato fuerte está compuesto por cerdos de macrogranja y su efecto en la población de la llamada España vaciada. Existe el argumento extendido por los defensores de este modelo de producción de que su ubicación en municipios con tendencia a la despoblación sirve para revertirla. Los datos que te traemos hoy muestran una realidad muy distinta. De hecho, en la inmensa mayoría de los municipios con menos de 5.000 habitantes que tienen macrogranjas se ha perdido población en la última década.
La fórmula de producción de carne barata cuyos efectos en la emisión de gases contaminantes, que aumentaron de nuevo en 2021, y en la contaminación de las aguas te hemos contado este año en especiales como El oscuro rastro en el agua del negocio de la carne barata no tiene contrapeso alguno en el supuesto efecto de fijación de la población. España produce más del doble de la carne de cerdo que consume (tasa de autoabastecimiento del 212,5% en 2021) y ese negocio de costes bajos y amplios márgenes, que ha colocado al país a la cabeza de producción de cerdo en Europa, tercera en el mundo y que tiene a grupos españoles en las listas de megaproductores mundiales de cerdo, revierte fundamentalmente en empresas no en la población de las poblaciones escogidas para la expansión mediante la integración de granjas industriales. ¿Quieres ver el mapa municipio a municipio? Sigue leyendo.
Y siguiendo con las comidas y cenas de fin de año, acercamos la lupa al comportamiento que suelen tener en el cierre de cada ejercicio los diferentes tipos de carne, pescado y marisco, con subidas acusadas que llegan esta vez después de más de un año de subidas constantes en muchos casos.
Arrancamos.
El 80% de los municipios con menos de 5.000 habitantes que tienen macrogranjas de porcino ha perdido población en una década
Hoy publicamos en DATADISTA un análisis de la evolución de la población de los municipios donde se encuentra instalada al menos una macrogranja de porcino.
Hemos cruzado los datos del Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, agrupados por municipios, con la variación del censo de población entre 2011 y 2021. Este último dato ha sido publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Como ya te explicamos hace unas semanas, en España hay 2.465 macrogranjas de porcino con capacidad para cebar animales de más de 2.000 cabezas y 834 macrogranjas para reproducir cerdas con más de 750 plazas. Estas instalaciones industriales, debido a su tamaño, son consideradas contaminantes y deben enviar sus emisiones anuales de gases de efecto invernadero, principalmente de metano y amoniaco. En ellas se crían y ceban millones de animales durante varios ciclos a lo largo del año.
Están ubicadas en 1.260 municipios de todo el país, especialmente en Aragón, Cataluña y la Región de Murcia. La mayoría de estos municipios (el 84%) tiene menos de 5.000 habitantes y el 80% ha experimentado una disminución en su población en los últimos 10 años. La sangría se ceba especialmente con las zonas altamente despobladas, como la Serranía Celtibérica conformada por 169 municipios de 10 provincias. En una extensión de más de 65.000 km2 viven 98.035 personas junto con 330 macrogranjas de porcino con millones de animales a lo largo del año. El 94% de estos municipios ha perdido población en la última década.
La cesta de Navidad y la pesadilla de los bolsillos modestos
Los precios nos están trayendo de cabeza desde hace más de un año y no es nada nuevo ni en este boletín, ni en los medios, ni en las declaraciones de los políticos comentar que, mientras partidas como la energía han empezado a darnos un respiro, los precios de los alimentos siguen sin dar tregua. Y cuando mirábamos a la mitigación (que no bajada) del IPC general con la esperanza de que en algún momento la reducción de los precios de la electricidad y los carburantes, lo mismo que afectó a la subida de los alimentos, tire ahora de sus precios a la baja, nos hemos plantado en la Navidad. Mala época para rebajas en los alimentos. Veremos en qué se concretan las medidas en este aspecto de las que ha hablado el Gobierno.
Hoy hemos querido acercar la lupa a esta cesta particular, la de los alimentos, en concreto a carnes, pescados y mariscos, y a su comportamiento cada final de año, junto a las fiestas navideñas y de despedida del ejercicio. Hay productos que, arrastrados por la demanda de las fiestas y el respiro de las pagas extra, siempre han subido de forma acusada al acabarse cada ejercicio pero luego recuperaban al menos en parte el nivel previo. Otros, con subidas menos acusadas, solían convertirse en alimentos alternativa para una parte de los bolsillos. En 2022, la mayoría llegan a estas fechas acumulando un año de subidas. Muchas de ellas de dos dígitos.
Miremos las carnes. Es importante entender qué muestra el gráfico que te traemos a continuación. Es el IPC mensual (no el anual), es decir, la variación del precio de cada producto con respecto al mes anterior. Y aquí es importante señalar que mientras la línea de color esté por encima del 0% (línea negra) significa que es una nueva subida de precio que se acumula al mes anterior. Incluso aunque la línea sea descendente, no es una bajada. Si está por encima del 0% lo que estará indicando es que ha subido menos pero ha subido. Y hay alimentos que llevan un año o más acumulando esas subidas, es decir, sin rebasar por debajo la línea del 0%.
Empezamos por la carne de ovino, la que históricamente se ha visto más afectada por las subidas de final de año y bajadas al terminar las fiestas.
La carne de ovino suele iniciar las subidas en otoño y aumentar de precio de forma especialmente acusada en diciembre de cada año, con excepciones como la que vemos en el verano de 2020 tras el confinamiento por la COVID-19 que no es lo habitual. Las subidas de final de año habitualmente se corregían al menos parcialmente con la cuesta de enero y febrero, cuando la demanda de esta carne es mucho menor.
Lo que ocurrió en el otoño de 2021, cuando empezó la escalada de precios, fue que se acumularon subidas mes tras mes bastante por encima de las de ejercicios anteriores. Entre octubre y noviembre de 2021, la carne de ovino subió un 6,9% y a esa subida se le añadió al mes siguiente, entre noviembre y diciembre, otro 7,5%. La bajada de enero (-8,2%), aunque pronunciada, no compensó el incremento de los meses previos. Y llegó la guerra de Ucrania. La carne de ovino ha experimentado durante todo el año meses continuados de subidas del precio que no ha vuelto a bajar (en el gráfico, no se ha vuelto a situar por debajo de la línea del 0%).
Si nos fijamos en la carne de vacuno, cuyo comportamiento solía ser muchísimo más estable que la de ovino, las subidas que empezaron en septiembre de 2021 (+0,4%) no nos han abandonado prácticamente ningún mes. A aquella subida se le añadió otro 2,3% en noviembre; el 1,9% más en diciembre; y después subidas más leves pero siempre al alza que se disparan entre marzo y abril de 2022, inicio de la guerra en Ucrania, cuando la subida que se añadió fue del 3,6%. Y desde entonces de nuevo todo subidas acumuladas salvo septiembre, que más que bajar, el precio se mantuvo prácticamente plano (-0,1%).
¿Qué ha ocurrido con las carnes en principio más económicas como el porcino y la carne de ave? En la comparativa intermensual, ambas fueron las que más se dispararon cuando se inició la invasión de Ucrania por Rusia (porcino +5,9% y ave +6,7% entre marzo y abril de 2022), complicando la vida especialmente a los bolsillos más modestos, que suelen consumir mayoritariamente este tipo de carnes. Te recordamos este reportaje que hicimos para eldiario.es este año en el que viajábamos por la Ruta por la España de los pensionistas pobres en tiempos de inflación desbocada, donde nos repetían frases como "la ternera, ni tocarla".
Como se puede ver en el gráfico, la subida de la carne de porcino tras el estallido de la guerra no se ha visto compensada con rebajas en ningún momento, se han ido acumulando subidas (la línea que muestra la comparativa intermensual se mantiene por encima del 0%) de mayor o menor entidad. En la carne de ave, tres cuartas de lo mismo. Aunque en este caso las subidas pronunciadas se inician incluso antes (+1,5% entre octubre y noviembre de 2021 y +2% entre noviembre y diciembre).
Y llegamos a las navidades de 2022. Para conocer el acumulado de esas subidas mes a mes en cada tipología de carne ahora sí hemos cogido el IPC anual, entre noviembre de 2021 y noviembre de 2022 y este es el resultado. La carne de ovino es en realidad la que menos sube en la comparativa interanual. La de vacuno y porcino acumula ya subidas del 13,2% y la de ave, del 16,6%.
¿Qué ha ocurrido con pescados y mariscos, otra de las estrellas de las fiestas de cierre de ejercicio? El pescado fresco o refrigerado, que tiene un comportamiento bastante volátil como puedes ver pero acostumbra a subir con fuerza a final de año, ya pegó un buen estirón a finales de 2021 (+2,8% de octubre a noviembre y +7% de noviembre de diciembre) al que se sumó una nueva subida en enero de 2022 (+4,1%). La bajada de febrero (-7,1%) no compensó todas esas subidas pero es cierto que en este caso en el cómputo general (otra cosa es si se mira por tipos de pescado) esta partida del IPC ha tenido meses de bajada de precios en el último año.
Si nos fijamos en el pescado congelado, de nuevo habitual sustituto del pescado fresco para los bolsillos más modestos, vemos que su comportamiento habitual a lo largo de cada año, mucho más estable, con subidas y bajadas mensuales no superiores al 1%, también se ve modificado desde hace más de un año. Empezaron a acumularse las subidas mensuales desde septiembre de 2021 (+0,3%) a las que se sumó octubre (otro +0,3%); noviembre (+0,8%); diciembre (+0,9%) y enero de 2022 (+0,1%). Desde entonces las subidas consecutivas mensuales no solo se han mantenido sino que han sido más potentes aún desde el momento en que estalla la guerra (+1,3%, +0,9%, +1%, +2%, +1,5%, +0,9%,+0,4%, +1,1%, +1,2%, +1,6%).
En marisco fresco, de nuevo la volatilidad estacional compensada al menos en parte por momentos de bajada, a pesar de mantener subidas desde el estallido de la guerra hasta agosto de este año.
¿Qué ocurre con el marisco congelado? De nuevo vemos que un producto mucho más estable lleva desde otoño del año pasado acumulando subidas salvo algún mes más estable que de rebajas como fue febrero de 2022 (-0,1%).
Si miramos el IPC anual, es decir, la variación desde noviembre de 2021 a noviembre de 2022 para saber con qué acumulado llegamos al mes fuerte de las fiestas, esto es lo que vemos.
Todas las tipologías llegan a las fiestas con precios en torno a un 10% superiores a los de hace un año, con el pescado congelado a la cabeza (+13,6%). Como decíamos, malos tiempos son el mes de diciembre para esperar rebajas en este tipo de alimento fresco como la carne y el pescado. Habrá que esperar a enero y febrero para ver si se recuperan los meses de rebajas de otros años, siempre que la demanda energética por la llegada del frío no vuelva a justificar que la escalada continúe.
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